«DOS PAJAROS CONTRAATACAN»
Primer show de toda la gira “Dos pájaros contraatacan” el dúo presentó “La orquesta del Titanic” en Salta.
Pececitos de plástico como amuleto. Alguien vende esa rareza en las puertas del estadio Delmi. El mito indica que los peces tienen una memoria de dos segundos. Que por eso se los ve como en constante ahogo, si hasta olvidan respirar. No hay salteño que pase y compre uno. Será que esta noche la cuestión no es justamente el olvido. Serrat y Sabina desembarcan en Salta para abrir aquí su gira mundial Dos pájaros contraatacan . Vienen a bordo de su Titanic, con una orquesta que toca para ahogados y náufragos. Tras casi tres horas de show, no habrá memoria de pez que no archive a fuego este recuerdo.
Fuego. En las afueras saltan las chispas como en una fogata de San Pedro y San Pablo. Son las “choripaneadas” que anticipan el otro fuego, el de adentro. Adentro, dos cuervos en pantalla -cuya voz es la del dúo- darán la bienvenida y algo más: “Buenas noches, anoréxicos y obesos, bosteros y gallinas, colimbas y milicos”. Y sobreviene una catarata de chistes como “prohibido arrojar ropa interior, a menos que la lleven puesta”.
Además de un recital, el show Dos pájaros contraatacan es una suerte de vodevil. Con sus pasos de comedia, los dos “actores” de traje negro juegan casi a Abbott y Costello inmersos en una escenografía de ocho toneladas. El catalán pondrá el humor dulce. Su compañero, el humor más picante. Cantarán juntos, cantarán de a uno, cantarán clásicos y temas frescos. Son casi tres horas de intensidad.
Diez músicos los acompañan en ese viaje “titanesco”. Desde el eterno compañero de Serrat, Ricardo Miralles en piano, al trío histórico de guitarras y batería de Sabina. Saxo, clarinete, flauta, acordeón, percusión. El juego consiste en condimentar la música con la oposición de esos dos españoles que saben llevar el guión. “Los catalanes inventaron el amor para no tener que pagar por sexo”, provoca Joaquín. “Yo no sé si saben que él estuvo enfermo. Y está enfermo. Aprovéchenlo, nunca se sabe…”, ironiza Joan Manuel, que es en verdad quien se recuperó de un tumor.
La animación digital de esos pajarracos que llegan en barco es un recurso visual que se repite a lo largo de la travesía y arranca carcajadas. El repertorio se inicia con Ocupen su localidad y pasa por diversas etapas de la carrera de ambos. El resultado es una paleta de estados.
No hago otra cosa que pensar en ti , Contigo , Cantares , Después de los despueses , Cuenta conmigo , Esos locos bajitos se suceden con potencia. Pero, de pronto, Sabina desaparece para dejar a Serrat solo con su guitarra (entona Y sin embargo , Mediterráneo , Magdalena ). Y viceversa. Cuando Sabina canta en soledad Señora , Princesa , 19 días y 500 noches , los fans de cada uno pueden disfrutarlos por separado.
Con ese recurso del ping pong de chascarrillos más los solos de cada uno, el ritmo se mantiene. Y la noche se salpica aún más de color cuando cantan acodados en una mesa con champagne, cuando Sabina se atreve a unos pasitos de tap, o cuando Serrat hace malabares con pelotas de tenis, cual niño en un semáforo. El discípulo se encarga de mimar al maestro. “No hubiéramos llegado aquí si él no hubiera abierto caminos con canciones como éstas (…) Hace muchos años él ya era Dios, como Maradona. Y yo, una rata”.
Los salteños inflaron el pecho con la cortesía astuta de Serrat: “Nunca en mi vida como en Salta vi más poetas por metro cuadrado. Si hasta las boletas de los policías detrás tienen versos”. Bien entrenado, se los metió en el bolsillo hablando de la peña Balderrama, el vino de Cafayate y, por supuesto, las empanadas.
El regreso para el bis ocurre dos veces. En el último, los pajarracos animados avisan “Estos quieren más. Se la buscaron”. Y aunque muchos ya abandonaron el estadio, la “tripulación” sale de nuevo a escena con el tema Fiesta como justo resumen de la noche. Lejos del hundimiento, esa orquesta autoproclamada “la orquesta del Titanic” se eleva. Y los fanáticos, como peces hambrientos, salen de esas aguas agradecidos.